Plano de la Ciudad de Piura, del Siglo XVIII, es una acuarela del Obispo de Trujillo Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda. Deben opinar respecto al trazo urbano de la ciudad, respecto a la actual ciudad.
Escudo de Armas que otorgó el Emperador Carlos V a la ciudad San Miguel, se supone a la primogénita fundada en los predios del cacique de Tangarará por Francisco Pizarro en 1532. Este notable hallazgo del dibujo original y Real Cédula fué gracias a la investigación que realizó el Dr. Guillermo Garrido Lecca Frías, en los archivos del Ducado de Alba- España.
La primera ciudad que fundara Francisco Pizarro en el Pacífico Sur, fué denominada SAN MIGUEL, en los predios del cacique de Tangarará, en la margen derecha del entonces caudaloso río Turicarami (Chira), en 1532, sobre el día exacto de la fundación se mantiene una polémica, considerando que el acta Fundacional se extravió, con el transcurrir del tiempo, los acontecimientos ocurridos, es el 15 de agosto de 1588 que con autorización del Virrey, se fundad definitivamente la ciudad, en su cuarta traslación, en los predios del denominado El Chilcal, frente al Tajamar del río Piura, con el nombre de SAN MIGUEL DE PIURA DEL VILLAR, se tiene el Acta Fundacional de este acontecimiento, actualmente se denomina Ciudad de Piura.
Se inicia en San Miguel la Transculturación
Es posible que ni Pizarro ni sus compañeros llegaran a percatarse de la trascendencia del acto de la fundación de San Miguel.
La primera ciudad, que en realidad no pasaba de ser un. pequeño pueblo representaba el punto donde terminaba una concepción de vida y la organización social de tipo socio-comunitario que habían creado los Incas; y a la vez servía de iniciación a un nuevo proceso que traía al territorio virgen del Tahuantinsuyo, la cultura occidental, heredera de Grecia y de Roma; y junto con ella el mensaje del cristianismo redentor.
Las cabañas que sirvieron para alojar al cabildo, a la tenencia de gobernación, o como residencia de los oficiales reales, constituyeron la base de la nueva organización administrativa del gobierno que se iniciaba y la partida de nacimiento de un nuevo estado llamado gobernación de Nueva Castilla, nombre que aún cuando casi no se llegó a utilizar, fue así como debían denominarse a las tierras que Pizarro conquistara. Es también, en el humildísimo escenario de un pueblo tallán en donde se juramentan Blas Atienza, el primer alcalde del Perú; Antonio Navarro la primera autoridad política, al tesorero Riquelme, al veedor García Salcedo y otras autoridades, que fueron las primigenias que tuvo el país.
Tampoco el pueblo tallán que recibió el primer impacto de este profundo cambio, se dio cuenta de la importancia y de la irreversibilidad del proceso, del que unas veces fueron simples testigos y en otras ocasiones, partícipes.
Los extraños viajeros que al principio fueron considerados como dioses o semi-dioses, bien pronto desdibujaron esa imagen que inicialmente habían forjado en las mentes sencillas de los naturales, por cuanto no pasó mucho tiempo en que dieron a conocer sus humanos vicios y defectos como la codicia, ira, intemperancia y prepotencia. La admiración indígena se trocó en temor primero y más tarde en odio; todo lo cual a los españoles, casi los tenía sin cuidado y para el caso les daba lo mismo lo uno que lo otro. En el ánimo fatalista de los indios, se fue arraigando la idea de que nada podía oponerse al poder español y por eso la pasividad y la abulia reemplazaron por lo general a todo asomo de rebeldía. De eso se dieron cuenta los españoles y fue bajo esa certidumbre, que no titubearon en penetrar audazmente en pequeñas partidas por cualquier parte del territorio nacional, y someter a su autoridad y despotismo, regiones dilatadas y muy pobladas; cosa que no ocurrió con indios de más bajo nivel cultural como los caribes de América Central, o como sucedió después con los araucanos.
Los tallanes primero, y todos los pueblos indios del Perú más tarde, fueron casi siempre sujetos pasivos y dóciles de ese proceso de cambios que imponían los invasores triunfantes.
Ni siquiera fue obstáculo el idioma, pues el Sec, o sus variantes cataquense o sechurano, eran más difíciles que el quechua; constituyendo por lo tanto una gran barrera para la comunicación; a pesar de lo cual no fue problema para los españoles, hacer lo que les placía y se proponían.
Los españoles llevaron a cabo todos los actos de la fundación de San Miguel utilizando el castellano, sin preocuparse en lo menor que las multitudes de indios tallanes congregados para el efecto y que observaban entre curiosos e intrigados nada entendieron de esos actos ceremoniales. Fueron por lo tanto testigos quietos e inocentes de uno de los hechos más trascendentales de nuestra historia. De esa forma cambiaron de amo y señor, de religión y de Dios, pues todo se hizo en nombre de sus majestades los reyes de España y bajo la advocación de la Santísima Trinidad, de la Virgen María y se tomaba como santo patrono al arcángel San Miguel; mientras Francisco Pizarro el ex-porquerizo poseedor ya de títulos nobiliarios, elegantemente vestido de gran parada, debutaba como el señor gobernador de los estados de Nueva Castilla; de los que por breve tiempo el pueblo de San Miguel fue su capital.
No hay prueba alguna que el territorio tallán haya sido una gobernación en el Imperio Incaico o de Atahualpa, aún cuando hay indicios que Huayna Cápac y el último Inca, bien pudieron tener un gobernador político-militar en Tumbes, o que lo hubiera sido Maizabilca en Poechos.
La nueva organización hispana reemplazó a la anterior, del modo y forma más simple, sin planes previos, sin estudios, ni proyectos, ni leyes, ni directivas, como ahora sería de rigor. Simplemente se echó andar, y se fue haciendo camino mientras se avanzaba y era al ritmo de ese avance que el colosal imperio se iba derrumbando.
Lo único que subsistió y se mantuvo aún durante el virreinato, porque así convenía al interés de los conquistadores, fue la autoridad de los caciques -que era como los españoles llamaban a los curacas-; pero esa autoridad no trascendió del plano local. Los curacas, de buena o mala gana, se convirtieron en auténticos colaboracionistas y sirvieron de intermediarios entre los españoles y la masa indígena.
Para conservar los rezagos de autoridad, fueron verdaderos figurones y en gran parte contribuyeron a la mayor expoliación de sus hermanos de raza.
Es por lo tanto en territorio tallán y más concretamente en la región piurana del valle del Chira, en donde se inicia el proceso de transculturación.
En el preciso sentido de los conceptos, no se produjo el choque de dos civilizaciones, sino el encuentro de ellas, en la que una por ser más evolucionada, estaba en mejores condiciones para imponerse, pero sin destruir a la otra.
No hubo tampoco un estricto proceso de integración, sino la superposición de los elementos de la nueva cultura, sobre los basamentos de la anterior. Esto pudo apreciarse hasta en la fundación de ciudades, que se hace siempre sobre ciudades indígenas pre-existentes como en San Miguel, Cuzco, Jauja, etc. En la ciudad Imperial, sobre los muros de los antiguos templos al sol, así como de los palacios y viviendas; se construyeron, los templos cristianos, los edificios públicos y las viviendas hispanas; combinando el estilo arquitectónico incaico, con el español.
Lo mismo sucedió con la estratificación social, y el sistema de castas, que fueron respetadas y conservadas por los españoles; pero colocando sobre éstos a los conquistadores y a sus descendientes.
En lo político, los españoles mantuvieron durante muchos años a los Reyes Incas, que les servían de grandes figurones y pantallas. Su coronación se hacía con grandes festejos para engañar al pueblo. Sólo debían reconocerse vasallos del rey de España. También se conservó la autoridad de los curacas locales, pero por encima de ellos estaban los corregidores, alcaldes, regidores y demás autoridades españolas.
En la región tallán, subsistieron durante los primeros años de la colonia, las capullanas, sobre todo en el Bajo Piura.
Por el acta de las Capitulaciones de Toledo, los indios pasaron a ser vasallos del rey de España, y así desde remotas tierras se disponía del futuro de millones de seres humanos. No cabe la menor duda, que lo acordado en España se protocolizó en la fundación de San Miguel, que fue la primera toma oficial de posesión de estas tierras.
Es decir, que los tallanes serían tan súbditos del rey de España como lo pudieron ser los mismos peninsulares; pero en modo alguno tenían los mismos derechos. El indio considerado como menor de edad, fue encomendado; es decir entregado en tutela, lo que abrió de par en par las puertas de la explotación y del abuso; ya que entre lo legal que eran las ordenanzas reales así como los mandamientos del rey y lo real que fue lo que se impuso; hubo un abismo de diferencia y cuando el virrey Blasco Núñez de Vela quiso imponer la ley, pagó con su vida esa osadía.
Los españoles crearon una organización administrativa paralela con la ya existente. Junto a las autoridades españolas con sus cabildos, corregidores, justicias, etc., existían los cabildos de indios y se mantuvo a los curacas, organización que en su conjunto constituyó lo que se llamó república de indios, subordinada a la república española. En ese caso la voz república no se debe tomar con el sentido que actualmente tiene como sistema de gobierno político al frente del cual está un presidente; sino como un cuerpo político. Los grupos raciales, castas o clases constituidas por mestizos, negros y mulatos, se agregaron en condición de dependencia y subordinación a la república de españoles.
La región tallán había estado sometida durante menos de un siglo al Imperio Incaico, pero éste, no obstante que impuso sus instituciones, no logró sin embargo asimilarlos ni que el quechua reemplazara al sec.
La presencia de la autoridad y de la influencia imperial, se pudo apreciar en el territorio tallán en la construcción de caminos, fortalezas, templos para el sol, tambos, acllahuasis; etc.; es decir una estructura física, pero no había calado hondo en el alma tallán. Por eso, el vendaval de la conquista, barrió con ese castillo de naipes imperial, porque los naturales nada hicieron por sostener el antiguo régimen al cual habían resistido y contra el que se habían rebelado dando origen a las expediciones punitivas de Huayna Capac. Frescos estaban aún los resentimientos contra los incas, y fue así como lo contaron a los españoles, tanto los pobladores como el curaca de Pabur, el modo tan duro como se habían comportado los ejércitos del Cuzco Viejo, que era la forma como llamaban a Huayna Capac, que arrasó a sus poblaciones e hizo cruel escarmiento, tal como lo había hecho con Amotape y en Paita haciendo una pirámide con el corazón de cientos de los vencidos.
Ni que decir con respecto al Inca usurpador Atahualpa, que creó entre él y los tallanes una barrera de odio, en la que salió perdedor el vencedor de Huáscar, ya que las intrigas del intérprete tallán Felipillo, contribuyeron a precipitar su ruina.
Es en verdad de admirar que ese puñado de españoles, que no eran precisamente lo más representativo de la civilización de occidente, sirvieron como punta de lanza a ese proceso tan profundos de cambios que se operó en la sociedad incaica.
Si nos atenemos estrictamente al significado y definición de los vocablos tendremos que admitir que las expresiones aculturación y transculturación son diferentes, y que en el caso peruano y más precisamente en el tallán, el proceso de aculturación precedió al otro.
En efecto, como aculturación, se entiende un proceso de adaptación a una cultura o de recepción de ella, de un pueblo por contacto con la civilización de otro más desarrollado.
Transculturación, constituye el proceso de difusión o influencia de rasgos culturales de una sociedad, cuando entra en contacto con otra que se encuentra bastante menos evolucionada. Es en buena cuenta una semi integración.
Por lo tanto y como cuestión previa, se tenía que producir un proceso de adaptación y recepción, antes de iniciarse la integración y con ella el mestizaje.
Los españoles no sólo cambiaron las instituciones y toda la economía incaica imponiendo el régimen de propiedad individual, sino que buscaron por todos los medios de erradicar las lenguas indígenas, sobre todo el quechua como la mejor forma de imponer los nuevos conceptos y los patrones de valores que traían.
Por propio interés, los españoles conservaron algunas instituciones de la organización social incaica como el ayllu y las comunidades. El ayllu que era la base de la organización social del imperio, sobre todo en su núcleo serrano, no se implantó en el territorio tallán, en donde a pesar de todo, el pueblo sí estuvo organizado en comunidades.
En muchos otros aspectos de la vida diaria, se produjo un cambio profundo. Eso se logró. gracias a la importación de vegetales, animales y artículos de toda clase; muy comunes en Europa y de uso generalizado, pero totalmente desconocidos en el Perú y en la región de los tallanes. Su importación, cambió la vida y las costumbres.
La venida del caballo, el asno y las mulas, modificaron totalmente las comunicaciones y el transporte. De la región tallán, más propiamente desde Paita, se estableció con Lima un sistema de transporte terrestre que por muchos años fue el único. Se trataba de verdaderas caravanas llamadas piaras de mulas, asnos y caballos.
La introducción de la rueda, el manipuleo del hierro y de otros metales, constituyen sin duda aportes importantes en el proceso de cambio. Lo mismo puede decirse en cuanto a la importación de cerdos que desde el primer desembarco fueron regalados al cacique de Tumbes junto con un gallo- así como la llegada de cabras, vacas, carneros, conejos y gallinas.
Otro tanto pasó con algunos cereales como el arroz, el trigo, la cebada y multitud de frutas, como la vid de la cual desde su primera cosecha sirvió para hacer vino el que nunca mereció el acatamiento de los indios, caso que en cambio no ocurrió con el aguardiente de caña.
En materia de vestido, también evolucionaron rápidamente los tallanes adoptando en términos generales los que usaban los españoles, guardando claro está las correspondientes distancias. Sin embargo las capullanas hasta bien entrada la Colonia, no sólo mantuvieron su poder, sino que siguieron usando su atuendo especial símbolo de ese poder y de su alcurnia social. Las indígenas de Catacaos, adoptaron un vestido, que hasta ahora siguen usando, y que por lo tanto es algo típico: las blusas blancas con mangas cortas y anchas y las faldas negras y amplias.
En cuanto a los instrumentos musicales; el ingenio de los naturales permitió no sólo adaptar una gran cantidad de instrumentos de cuerda, sino que los modificaron y crearon nuevos, gracias a la afición musical de los indios.
La llegada del buey, bien pudo servir para impulsar la agricultura, al reemplazar a los indios con ventaja en las duras tareas del campo, pero por desgracia no fue así, ya que la avidez de los españoles por los metales preciosos, los encaminó a la explotación de las minas, en cuyo laboreo diezmó a la población indígena. Si los españoles, como otros pueblos de Europa, hubieran aprovechado la experiencia tallán e incaica para explotar y mejorar la agricultura, hubieran hecho de estas comarcas pueblos sumamente ricos.
Desde 1566 algunos caciques solicitaron al visitador Cuenca permiso para adquirir bueyes para las labores agrícolas.
Los españoles, no permitieron a los indios el uso del caballo, para evitar, su aprovechamiento en caso de rebelión. Y en eso no les faltaba razón, pues Manco Inca aprendió pronto su dominio, e igualmente los araucanos de Chile, al poco tiempo se convirtieron en diestros jinetes, al igual de lo que siglos más tarde ocurriera con los pieles rojas de América del Norte.
El Plano de la Ciudad de Piura Siglo XVIII de las acuarelas del Obispo de Trujillo Baltazar Jaime Martínez Compañón y Bujanda
Tus comentarios sobre lo acontecido con la ciudad de San Miguel (Siglo XV- 1532 y la ciudad San Miguel de Piura del Villar (1588). así como la importancia que tiene para la historia del país, para el turismo, etc..
Nota: Comentarios hasta el día miércoles 12 de junio del 2013. comentario y debate en sesión de aprendizaje (aula de clase).
Bienvenidos al Blog Turismo en la Región Piura. Quiero empezar, con publicar los atractivos turísticos del cercado de nuestra ciudad.
La Plaza de Armas
Es una de las plazas más antigua y bella del país, de corte español
cuadrado, está rodeada de árboles de tamarindos, ficus, crotos,
cucardas, poncianas y papelillos.
Ubicada en pleno centro de Piura, se le llama Plaza de
Armas porque antiguamente se realizaban desfiles cívicos y militares.
Esta tradición perdura hasta nuestros días ya que todos los domingos,
nuestra plaza de Armas es punto de reunión para la ceremonia de
izamiento del pabellón nacional y desfiles cívicos.
En el centro de la Plaza de Armas se encuentra el monumento de la
libertad "La Pola", el más antiguo de Piura, que fue colocado en 1870
durante el gobierno de Balta. Los piuranos llaman a la estatua "La Pola"
debido a que existía una estatua de madera muy similar al de Policarpo
Salvatierra (heroína colombiana) Iglesia Catedral La catedral de Piura fue construida en la época
colonial y guarda pinturas de Ignacio Merino, como la de San Martín de
Porras y la Virgen María. El altar mayor está revestido de pan de oro. Puentes Los puentes de la ciudad de Piura han sido construidos para unir
Castilla con Piura, éstos atraviesan el río Piura. Los puentes más
conocidos son el Sánchez Cerro y el Bolognesi.
La Paloma de la Paz Construida en 1982 por el escultor peruano Víctor Delfín. También pueden visitar la casa de Miguel Grau Seminario.